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Reparaba la casa de su tía y halló un escondite nazi

Gran cantidad de objetos de la Segunda Guerra Mundial encontró un profesor de Historia cuando restauraba la casa de su tía en Alemania.

Sebastian Yurtseven trabajaba en la obra en la vivienda en Hagen cuando se topó con un escondite secreto.

Entre los artículos había un diario de 1945, máscaras antiguas, un revólver, nudilleras de latón, bombonas de aire comprimido, insignias del partido Nacionalsocialista, hebillas del cinturón con el águila y la esvástica y cientos de cartas y documentos de la Nationalsozialistische Volkswohlfahrt, una especie de seguridad social de la Alemania nazi.

El docente dio aviso a las autoridades, por lo que el Archivo Municipal y el Museo local quedó a cargo de los objetos, que “están siendo cuidadosamente limpiados, preservados y evaluados científicamente”, informaron en un comunicado.

Medios locales informaron que la tía de Sebastian no tendría nada que ver con el hallazgo ya que la familia compró la casa en 1960.

Estiman que los artículos pertenecían al director local de la Nationalsozialistische Volkswohlfahrt, que vivía en esa zona.

Los investigadores creen que el hombre los habría escondidos en 1945 ante el avance de los Aliados para intentar deshacerse de pruebas incriminatorias ante la inminente derrota de Adolf Hitler.

El hallazgo es “increíblemente importante” porque “arroja luz sobre las acciones y actividades de las agencias nazis a nivel local”, consideróeEl doctor Ralf Blank, del Museo y Archivo Municipal de Hagen.

El docente encontró en la casa de su familiar una carta de amor que data del 21 de junio de 1905, escrita por un hombre llamado Rudolf Busch, cuyo contenido fue dado a conocer:

“¡Estimada señorita!

Con el corazón abatido agarro la pluma para hacerte una confesión que espero que sea grabada por ti. El martes por la mañana, como traía las rosas, quería decirle lo que tenía en mente desde hace mucho tiempo, pero me faltaba el valor para hablar.

¡Querida señorita Wiedey! La amo con todas las brasas de mi corazón. Nirgens me ha parecido la calma desde que miré demasiado profundamente sus brillantes ojos.

Al principio me puse en contra con toda la fuerza y más increíble se volvió. Lo que sea que empiece, tu imagen me rodea por todos lados. Creo que me volveré loco si debo seguir viviendo en la incertidumbre.

En realidad no es permitido que levante los ojos a un estúpido jardinero, pero ya no encuentro otra salida, tuve que decírselo.

Querida Hedwig, si solo me quiere un poco por favor no me deje en esta incertidumbre entre la esperanza y la desafianza. Eternamente tuyo, Rudolf Busch”.

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