Los cadáveres de los trabajadores humanitarios extranjeros muertos por un ataque aéreo israelí en Gaza fueron trasladados el miércoles al paso fronterizo con Egipto, mientras persistía la indignación internacional por un bombardeo que evidenció los peligros para el personal humanitario en el enclave.
El ataque, perpetrado a última hora de la noche del lunes, alcanzó a un convoy de tres autos y mató a siete integrantes del personal del grupo humanitario World Central Kitchen (WCK), entre ellos ciudadanos de Australia, Gran Bretaña y Polonia, y otro con doble nacionalidad de Estados Unidos y Canadá, además de un colega palestino, que ya fue enterrado en el enclave.
Los decesos provocaron una oleada de condenas por parte de algunos de los aliados más cercanos de Israel, entre ellos el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que se declaró “indignado” por lo que dijo que “no era un incidente aislado”.
Los más de dos millones de habitantes de Gaza dependen ya casi por completo de los envíos de ayuda tras casi seis meses del devastador asedio israelí y de la invasión del territorio desencadenada por el ataque transfronterizo de Hamás el 7 de octubre.
En Gaza se pidieron medidas más contundentes para impedir que Israel continúe con una campaña militar que, según las autoridades sanitarias locales, mató a casi 33 mil personas.
“Esto es una señal de que las armas proporcionadas por los Gobiernos británico y estadounidense en apoyo del ejército de ocupación israelí en armas, dinero y equipamiento no distinguen entre palestinos y otras nacionalidades”, aseguró Marwan Al-Hams, director del hospital Abu Youssef Al-Najjar de Rafah.
Los cadáveres de los colaboradores extranjeros fueron entregados a funcionarios de la ONU en la frontera egipcia para su traslado a sus lugares de origen.
Tras el ataque, Israel reconoció que sus fuerzas habían atacado el convoy, pero afirmó que no había sido intencional. Expresó su “profundo pesar” y prometió una investigación completa e independiente.
El bombardeo y la invasión de Gaza por parte de Israel siguieron al ataque dirigido por Hamás, en el que murieron unos 1.200 israelíes y extranjeros, y más de 250 fueron secuestrados en Gaza como rehenes, según los reportes israelíes.
Sin embargo, la magnitud de la matanza y el desastre humanitario que está ocurriendo en Gaza han provocado una creciente protesta fuera de Israel. Naciones Unidas ha exigido a Israel que haga más por hacer llegar suministros humanitarios a Gaza para paliar el hambre y prevenir la amenaza de hambruna.
Antes del incidente del lunes, las autoridades israelíes sostuvieron que no había restricciones a la entrada de ayuda en el enclave y responsabilizaron a las organizaciones humanitarias de no distribuir los suministros con eficacia.
WCK, fundada por el célebre chef José Andrés, afirmó que su personal viajaba en dos coches blindados con el logotipo de la organización benéfica y otro vehículo, y que había coordinado sus movimientos con el ejército israelí.
En Gaza, los combates continuaron el miércoles, concentrándose en torno a la ciudad meridional de Jan Yunis, donde, según funcionarios médicos, un ataque israelí mató a tres personas.
En la ciudad de Deir Al-Balah, en el centro de Gaza, que el ejército israelí no invadió, los bombardeos de los tanques mataron a cuatro palestinos en un distrito del sureste, informaron funcionarios sanitarios.
(Con información de la agencia Reuters)