En las largas esperas para el control aduanero de los turistas que regresaban de Chile, se escuchaba un comentario repetido: “Casi no me queda lugar en el auto”.
Además de bolsos con PlayStation 5, celulares y ropa, un producto estrella sobresalía: cajas con latas de atún.
El promedio era de 25 unidades por cada provisión que hicieron en los supermercados antes de pegar la vuelta, según publicó el diario trasandino La Tercera.
El ticket indicaba 32.000 pesos chilenos por una mercadería, que antes de viajar, estaba en Argentina a $94.625, un 191% de ganancia en un fin de semana extra largo de paseo.
Las Play Station costaban $544.990, la mitad que en nuestro país, las zapatillas Adidas 42 dólares contra 109 que valen de este lado de la cordillera, y se podían cambiar los cuatro neumáticos por Michelín desembolsando unos 830 dólares en total, cuando insumirían 2027 dólares por estos lares.
Pero la gran novedad que atrapó a los viajeros a Chile por estos seis feriados fue que se abastecieron de productos básicos de alimentación a un precio mucho menor, justo cuando la inflación -y los aumentos de algunos productos de supermercados– vino creciendo de forma sostenida por ya varios meses.
Es la gran controversia por la que atraviesa la libertad de precios aplicada por la administración de Javier Milei en los casi cuatro meses que lleva al frente de la Casa Rosada. Y en respuesta a los aumentos, el Ministerio de Economía abrió la importación.
El turismo transcordillerano de Semana Santa ejecutó en formato hormiga la apertura a la competencia externa, lo que constituye un anticipo de lo que puede suceder en la balanza importadora si no se morigerar los aumentos internos.
La economía del atún
El caso del atún es indicativo si se toma el precio al que estaba antes del comienzo de la festividad religiosa, en la que son tradicionales el consumo de pescado y la preparación de platos típicos como la empanada gallega, rellena de atún.
Estas costumbres se tornaban prácticamente inaccesibles por los incrementos estacionales sobre una inflación galopante..
El economista Damián di Pace tuiteó las rebajas del 40% que se aplicaron en los precios topes a los que había arribado el atún en la cuaresma, a fin de que las latas no quedaran en las góndolas y se pasaría la oportunidad de cubrir la demanda estacional.
#Atun llego fin de semana XXL y el Atún se volvió SMALL o no se lo vendían a nadie. 40 % abajo sobre el precio techo al que llego…
Aguante la tarta gallega!!! falta que baje el azafrán y el aceite de oliva y estamos listos👇👇👇 pic.twitter.com/nL7RNGnmnJ— Damián Di Pace (@DiPace4) March 28, 2024
La comercialización en Argentina del pescado en conservas es un tema que generó bastante controversia y variabilidad a lo largo de los últimos años.
Pero en esta ocasión, la importación hormiga desde Chile le sirve al Gobierno para testear cómo se mueven los mercados en la práctica cuando hay libre competencia.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que los cupos para ingresar mercadería y los aranceles aduaneros vigentes en el país vecino para cuando se excede el bagayeo dan un cálculo distinto al que se aplica en una importación.
En Chile, el límite permitido para quienes llegan por vía terrestre es de 300 dólares por persona y por mes, que se eleva a 500 cuando el movimiento es aéreo.
Hay también una franquicia adicional de 500 dólares para lo que se compra en el free shop.
Cuando los viajes son en grupo se multiplica el monto individual por el número de integrantes, y un menor de edad divide por dos la suya.
A todo lo que supera esos parámetros se le cobra el 50%.
Los comestibles permitidos para ingresar en cantidades acordes al consumo personal son: conservas, lácteos, frutos o vegetales procesados y chacinados, además de mermeladas, frutas confitadas, jugos, azúcar y aceite.