El jubilado, que suele trabajar en la línea D del subte, le insistió al hombre que se llevara alguno de los productos que estaba vendiendo. Sin embargo, el cliente se negó: “No estoy de acuerdo, estoy contento de darte a vos porque sé que es para comer”.
El jubilado no pudo contener las lágrimas y comenzó a llorar mientras pedía disculpas. El cliente se levantó a abrazarlo mientras le pedía que dejara de llorar, que iba a tener éxito e iba a poder vender sus productos.