El viernes, el Directorio del Fondo aprobó la primera revisión del programa de Facilidades Extendidas vigentes con la Argentina. Además, aceptó flexibilizar las metas trimestrales intermedias para ajustarlas al shock de precios de alimentos y energía que produjo la invasión de Rusia a Ucrania pero a cambio de mantener sin cambios los objetivos anuales. Para esta recalibración no fue necesario el pedido de un waiver.
La auditoría corresponde a las metas pactadas para el primer trimestre del año, que ya habían tenido el visto bueno del staff técnico que se ocupa del caso argentino encabezado por Julie Kozack, directora adjunta del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, jefe de misión para Argentina.
En un comunicado, el organismo internacional sostuvo que “la economía argentina continúa con su recuperación posterior a la pandemia, pero se ve afectada por los shocks asociados con la guerra en Ucrania y las incertidumbres globales más amplias”.
“Los precios mundiales más altos de los alimentos y la energía se suman a las presiones inflacionarias y desafían los objetivos fiscales y de acumulación de reservas. A pesar de estos choques, las autoridades cumplieron con todos los objetivos cuantitativos a fines de marzo de 2022 y han avanzado en la implementación de los compromisos estructurales del programa”, agregó.
Frente a este escenario el FMI dijo que la Argentina se comprometió “a mantener los objetivos del programa de fin de año con cierta flexibilidad en las trayectorias trimestrales para adaptarse a los choques”.
Las metas anuales que el FMI considera inalterables son: déficit primario de 2,5% del PIB, US$ 5.800 millones de acumulación de reservas, y 1% del PIB de asistencia del BCRA al Tesoro.