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Día Internacional contra el bullying: en 2021 se duplicaron los casos y la mitad ocurre virtualmente

Son datos de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras y de la ONU. La palabra de los expertos sobre cómo abordar la situación, tanto del lado de la víctima como del victimario.

En el último año, los casos de bullying se duplicaron en la Argentina. Así se desprende de los datos recolectados y publicados por la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras.

A su vez, el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos, que funciona en el marco de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), estableció en un informe que en América Latina dos de cada cuatro casos de maltrato escolar se manifiestan a través de plataformas digitales. A esta dinámica se la conoce como ciberbullying.

En el Día Internacional contra el Bullying, que se conmemora este lunes 2 de mayo por una iniciativa de la ONG Bullying Sin Fronteras, TN consultó con distintos especialistas que brindaron orientaciones sobre la prevención, detección y abordaje de este tipo de violencias.

En la Argentina, los casos de bullying pasaron de 6.200 antes de la pandemia a 12.300 casos (contabilizados) entre noviembre de 2020 y 2021. Así surge de la última encuesta de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, realizada en colegios primarios y secundarios públicos y privados, que fue publicada a fines de 2021.

Qué es el bullying

“Cuando hablamos de bullying nos estamos refiriendo a una agresión sistemática, sostenida en el tiempo, de una misma persona agresora o grupo hacia una misma víctima”, explica Soledad Fuster, licenciada y profesora en psicología, es coordinadora pedagógica en la Dirección General de Niñez y Adolescencia (CABA), y trabaja en la prevención de las violencias.

“En general comienza con una violencia psicológica, en apariencia sutil, a través humillaciones, burlas, insultos, amenazas, que se va complementando con actos de violencia física como por ejemplo, hacer tropezar a la víctima cuando pasa, pegarle o empujarlo; colocar pegamento en el banco, esconderle los útiles, romper sus pertenencias, reírse ante sus preguntas o participación en clase, entre otros”, agrega.

Para Fuster, “no podemos hablar ya casi del bullying sin pensar en el ciberbullying porque todo lo que pasa en la vida de los chicos y las chicas hoy está atravesado por lo digital”.

“Si están ejerciendo violencia contra un chico o una chica inevitablemente en algún momento lo van a subir a las redes, van a mandar fotos por chat, lo van a excluir de los grupos de WhatsApp, etc. El ciberbullying está en línea directa con el bullying, incrementando el padecimiento de la víctima”, sintetiza la licenciada.

Fuster enumera tres prácticas negativas a las que recurren los adultos y que no facilitan a las víctimas poder expresar lo que les pasa:

–    Micromachismos: la víctima recibe comentarios como “se tiene que hacer hombre”, “llora, parece una nena”.

–   Adultocentrismo: se trata de interpretar el padecimiento de un chico o una chica víctima como un evento poco significativo, entendiendo desde una mirada adultocéntrica que los problemas verdaderamente graves, son aquellos que atraviesan las personas adultas. Estas situaciones se expresan mediante frases como “son cosas de chicos, ya las van a resolver”, “no les des importancia”, “sentate en otro lado”, “tenés que hacerte fuerte, hacete respetar”

–  Corresponsabilidad: además del chico o la chica que ejerce la agresión, están quienes participan activamente, acompañando, incentivando y/o filmando lo que ocurre y aquellos/as que observan en silencio sin intentar detener a quien agrede. De este modo, refuerzan el poder que el chico o la chica agresora siente tener y habilitan que la violencia contra la víctima continúe, incrementando su padecimiento.

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