Rosalía Paniagua, la empleada doméstica que fue detenida por el asesinato del ingeniero Roberto Wolfenson, declaró y acusó que un amante del ingeniero es el asesino.
La mujer fue detenida el último fin de semana, acusada de participar en el crimen del hombre de 71 años en su casa en el country La Delfina de Pilar, después de que en el allanamiento se reconozcan objetos pertenecientes a la víctima y comunicaciones que la complican.
Frente al fiscal Germán Camafreitas, Paniagua solicitó ampliar su declaración y expresó: “Ahora sí voy a decir la verdad”.
La empleada sostuvo que el día del crimen, el 22 de febrero, la víctima estaba en su domicilio con un hombre con quién mantenía una relación paralela y sería el amante quien lo asesinó.
“El jueves 22 de febrero llegué a las 8 a la guardia del country, a la portería dos, siempre entraba y salía por ahí. Ese día llegué a la casa, la puerta del lavadero siempre me la dejan abierta, sin llave. Entré”, comenzó su testimonio.
Durante su declaración señaló: “Me cambié y después el señor me dijo que se iba a bañar. Entró a bañarse, no tardó mucho. Me fui a la cocina y me topé con un hombre que me dijo ´hola buen día ¿quién sos?´. Le contesté soy la empleada y me dijo: ´hoy te toca hacerme todo lo que yo te diga´. Le dije que sí porque pensé que era su hijo o alguien de la familia, no le di importancia”.
El testimonio se basa en la aparición de este hombre y las diversas actuaciones que tuvo durante la jornada. Para los investigadores esta declaración supuso ser llamativa ya que hasta el momento no se tenía conocimiento de esta relación paralela.
“Era alto, de 1.80. Más alto que Wolfenson. Tenía un jean color gris, y zapatillas negras. Detalles no me fijé. No vi tatuajes, anillos ni reloj. Era de tez como yo, trigueña y de pelo no tan negro. No llegaba a 40 años. Tenía ojos claros. Nariz ni grande ni chica, la cara medio flaquita, era lindo. No tenía pinta de ser un trabajador del barrio, estaba limpito”, describió.
“El señor ya estaba bañado, lo vi arriba. Estaba el otro señor también arriba. Yo me fui a limpiar la habitación principal, donde duerme Roberto con su mujer. Cuando salí a buscar un trapo para limpiar la ventana me asomé y vi que se dieron un beso. Ellos no me vieron, yo los vi besándose. Me quedé en shock”, detalló.
Después de varias horas, la mujer sostuvo que comenzó una pelea donde el hombre le manifestó a la víctima que no había dejado a su mujer.
“En el pasillito, entrando a la cocina escuché que me dicen ´che´. Yo me di vuelta y me dieron un golpe en la cara. En la nariz. Me caí. Salía sangre. Me desmayé y quedé inconsciente, en el medio del lavadero. Manché el piso con sangre y me quedé un segundo ahí dormida. Cuando me desperté, tenía una cinta gruesa transparente en la boca y las manos. Los tobillos también atados. Estaba acostada en el piso atada. Cuando me desperté escuché al señor Wolfenson decir: ´Basta Félix, basta Félix´, como tres o cuatro veces”.
Paniagua relató los ataques que sufrió por parte del “amante” del ingeniero: “Luego vino Félix y me agarró de la nuca. Me sacudió del pelo, me sentó en el piso. ´Sentate puta de mierda, paraguaya de mierda, me decía. Me limpió la nariz y me dio una cachetada. A Dios le pedía que proteja a mis hijos. Tenía lleno de sangre los guantes. Luego me dijo ´vos no me conoces a mí, yo a vos si. No le cuentes a nadie. Yo sé que tenés bebé, por eso no te voy a matar. Te tocó estar en el lugar equivocado”.
Por último, antes de finalizar su testimonio, reconoce que el segundo celular que aparece usando en las cámaras de seguridad es de Wolfenson pero se enteró después: “Félix me obligó a llaverme las cosas. Me dijo ´paraguaya de mierda, llevate esto´. Era el celular Motorola, hoy me doy cuenta que era del señor. Después me puso el parlante de color rojo que estaba en mi casa en el allanamiento, una cosita así plateada y una bolsita chucherías”.