La epilepsia es una enfermedad cerebral no transmisible crónica que afecta a personas de todas las edades. En todo el mundo, unos 50 millones de personas padecen epilepsia, lo que la convierte en uno de los trastornos neurológicos más comunes. Cerca del 80% de los pacientes viven en países de ingresos bajos y medianos, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, además, estima que el 70% de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones si se diagnosticaran y trataran adecuadamente.
El riesgo de muerte prematura en personas con epilepsia es hasta tres veces mayor que en la población general. Tres cuartas partes de las personas que viven en países de ingresos bajos no reciben el tratamiento que necesitan. En muchos lugares del mundo, los pacientes y sus familias pueden ser víctimas de la estigmatización y la discriminación.
La proporción estimada de la población general con epilepsia activa (es decir, ataques continuos o necesidad de tratamiento) en algún momento dado oscila entre 4 y 10 por 1000 personas. Según la OMS, se diagnostican anualmente unos 5 millones de casos de epilepsia en todo el mundo. Aproximadamente una de cada 100 personas en Estados Unidos vive con epilepsia, según los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).
Los perros que se utilizan para alertar sobre un posible episodio de convulsiones tienen el entrenamiento y la habilidad para detectar las de sus dueños antes de que ocurran, sin embargo, el costo y la responsabilidad de cuidar a un animal pueden convertirse en un obstáculo para algunos. Ahora, un estudio reciente que se publica en la revista Scientific Reports revela que la tecnología portátil puede proporcionar una respuesta más adecuada para muchos pacientes. Los investigadores de la Mayo Clinic desarrollaron una pulsera especial puede detectar las convulsiones unos 30 minutos antes de que ocurran.
Su estudio arroja luz sobre el nuevo dispositivo, que detecta ciertas características fisiológicas en pacientes con epilepsia. Registra variables como la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca, el flujo sanguíneo e incluso los cambios eléctricos diminutos dentro de la piel para determinar la probabilidad de una convulsión inminente.
Los participantes del estudio con epilepsia resistente a los medicamentos, que también tenían una unidad de neuroestimulación incorporada que monitoreaba la actividad neuronal eléctrica, recibieron dos pulseras que usaron para cargar información en un sistema de almacenamiento externo. Esto ocurrió a diario a lo largo de la investigación, que duró de seis a doce meses.
Según el autor principal Benjamin Brinkmann, especialista en epilepsia de la Mayo Clinic, esta herramienta podría permitir a los pacientes con esta dolencia cambiar su itinerario, tomar medicamentos más rápido o aumentar la intensidad de su neuroestimulador para evitar o reducir los síntomas de una convulsión. “Así como un pronóstico meteorológico confiable ayuda a las personas a planificar sus actividades, también el pronóstico de convulsiones podría colaborar con los pacientes que viven con epilepsia a ajustar sus planes si supieran que una convulsión es inminente.
Este estudio que utiliza un dispositivo de muñeca muestra que es posible proporcionar pronósticos fiables de convulsiones para las personas que viven con epilepsia sin medir directamente la actividad cerebral”, declara Brinkmann.
Durante el proceso de carga, los pacientes solo pueden usar una pulsera. Todos los días, a la misma hora, cambiaban su equipo. A medida que realizaban sus rutinas diarias, utilizaban los dispositivos para recopilar datos a largo plazo. Para probar la capacidad de los dispositivos de muñeca para predecir las convulsiones, los investigadores utilizaron los objetos de estimulación cerebral profunda integrados de los pacientes para validar sus convulsiones epilépticas. Según los resultados, quienes llevaban la pulsera recibieron una señal de su dispositivo un promedio de 30 minutos antes de experimentar una convulsión. Cinco de las seis personas en la prueba informaron que el sistema de alerta temprana funcionó bien durante su día.
Si bien los dispositivos cerebrales insertados han demostrado el potencial para predecir convulsiones en el pasado, Brinkmann enfatiza que muchos pacientes no quieren someterse a una cirugía para que les instalen un implante. “Esperamos que esta investigación con dispositivos portátiles allane el camino hacia la integración del pronóstico de convulsiones en la práctica clínica en el futuro”, concluye Brinkmann. Los investigadores añadieron en el documento que este ha sido solo un estudio piloto y que se están reclutando más personas para ampliar la prueba.