Colombia y Venezuela harán este lunes un guiño al sueño de la “Gran Colombia” del Libertador Simón Bolívar al restablecer relaciones diplomáticas y reabrir su frontera común de más de 2.000 kilómetros, avance que consistirá en una “reparación histórica”, mejorará una situación de desastre humanitario en la zona fronteriza y revivirá un comercio bilateral que en 2008 llegó a los 7.200 millones de dólares.
Los paises sudamericanos sufrieron en los últimos años tensiones y rencillas políticas que se acrecentaron con la llegada al gobierno de Bogotá de Iván Duque en 2018 y su adhesión absoluta a la “presidencia encargada” del antichavista Juan Guaidó en Venezuela.
Venezuela y Colombia reanudarán también la conexión aérea y el transporte de carga, en un proceso que será paulatino por la complejidad que supone, adelantaron fuentes de los dos gobiernos.
El vínculo se destrabó este año con la llegada de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en 200 años de historia del país, quien de inmediato envió señales a su par venezolano, Nicolás Maduro, a quien Duque y su antecesor, Álvaro Uribe, siempre trataron de dictador.
“Es un hecho histórico; nunca habíamos vivido una situación como la de los últimos cuatro años”, expresó el expresidente colombiano Ernesto Samper.
Más allá de los choques ideológicos y la invisibilidad de la actividad comercial bilateral, el cierre de la frontera ha originado un desastre humanitario, según organizaciones de derechos humanos.
Ambos países comparten una frontera de 2.219 kilómetros de longitud con siete pasos legales, poblada por 12 millones de personas en siete departamentos colombianos y cuatro estados venezolanos.
“Las posturas ideológicas (de ambos países) rompieron la vida de sus habitantes”, afirmó el politólogo Ronal Rodríguez en un foro abierto de la Universidad de la Sabana de Colombia, a través de Twitter Spaces, y agregó: “Bogotá y Caracas han convertido la frontera en una especie de cuadrilátero, con sus posturas ajenas a las necesidades de millones de habitantes que necesitan una ‘frontera viva’ para poder subsistir”.