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Así es el tradicional concurso que premia la cara “más fea” de Inglaterra

El gurning se remonta a la Edad Media y tiene su origen en las caras que pone la gente al morder las manzanas silvestres y ácidas que dan nombre al festival.

Adrian Zivelonghi hizo bizcos, estiró el labio inferior sobre la punta de la nariz y mostró su rostro retorcido a un jurado, que examinó meticulosamente cada contorsión.

El hombre, de 58 años, que se dedica a los trabajos aquí y allá, se sacó la dentadura postiza y la meneó con sus labios, provocando un rugido de aprobación del público.

La gimnasia facial –conocida como gurning— es el tema central de los Campeonatos Mundiales de Gurning, una especie de concurso de belleza al revés y una antigua tradición de la ciudad de Egremont, en el Distrito de los Lagos, al norte de Inglaterra.

Las reglas son sencillas, aunque extrañas. Los competidores deben hacer su gesto a través de un collar de caballo, conocido localmente como baffinNo se les permite utilizar las manos, ayudas artificiales ni maquillaje excesivo.

Lynn Kelly, competidora del Campeonato Mundial de Muecas. (Tom Jamieson/The New York Times)
Lynn Kelly, competidora del Campeonato Mundial de Muecas. (Tom Jamieson/The New York Times)

Sin embargo, pueden aumentar el efecto dramático de sus muecas “agitándose en el escenario y haciendo ruidos salvajes, como de animales”, según las normas oficiales.

Cuál es el criterio de selección

Los concursantes son juzgados por “lo grotesco de la mueca y el grado en que cambian sus rasgos faciales”, según el reglamento.

Los mejores gurners, dicen los competidores, son personas creativas, con músculos faciales flexibles y falta de inseguridad de sí mismos.

Los campeonatos, que este año se celebraron el 20 de septiembre, tienen lugar cada otoño en la Feria del Cangrejo de Egremont, creada en 1267 por el rey Enrique III.

Según la tradición local, el gurning se remonta a la Edad Media, y tiene su origen en las caras que pone la gente al morder las manzanas silvestres y ácidas que dan nombre al festival.

La campeona vigente

Claire Lister, quien trabaja en operaciones de residuos en una central nuclear, lleva participando desde que era niña. Pero, como muchos competidores locales, se tomó un descanso durante su adolescencia para no parecer fuera de onda.

Claire Lister, competidora del Campeonato Mundial de Muecas (Tom Jamieson/The New York Times)
Claire Lister, competidora del Campeonato Mundial de Muecas (Tom Jamieson/The New York Times)

“Siendo mujer, llega un momento en que no es del todo vergonzoso, pero a medida que te haces mayor no quieres empezar a competir en un deporte así”, dijo.

Lister, que ahora tiene 38 años, volvió a la competición en 2013, después de que su hermana la inscribió a modo de broma. Ganó la prueba femenina, y desde entonces ha quedado primera nueve veces, incluida la del año pasado.

“Nunca, nunca me preparo”, dijo. “Nos divertimos, y de eso decimos que se trata”.

El veterano

Zivelonghi, de Coventry, Inglaterra, se inició en el gurning hace más de 20 años, en un intento de figurar en el Libro Guinness de los Récords. No era su primera opción para buscar un título mundial; inicialmente quería competir por el pelo de oreja más largo del mundo.

Adrian Zivelonghi practica antes del Campeonato Mundial de muecas./ (Tom Jameson/The New York Times)
Adrian Zivelonghi practica antes del Campeonato Mundial de muecas./ (Tom Jameson/The New York Times)

“Pero cuando miras al hombre que tiene el pelo de la oreja más largo, es como: ‘Olvídalo, no voy a andar así por ahí’”, dijo. “Así que sí, en vez de eso me puse a hacer gurning“.

Según dijo Zivelonghi, el hecho de que te falten algunos dientes, como es su caso, puede ser una ventaja, ya que permite gestos más extremos.

La novata

Stephanie Nguedia se mudó de Francia al Distrito de los Lagos hace dos años y su marido, Barry Morgan, la arrastró al concurso de este año. Al principio, no tenía ni idea de lo que estaba pasando.

“No lo entendía, me parecía ridículo”, dijo.

Pero la trabajadora de servicios de salud de 36 años pronto se sintió atraída por el ambiente acogedor.

Stéphanie Nguedia, competidora del Campeonato Mundial de Muecas (Tom Jamieson/The New York Times).
Stéphanie Nguedia, competidora del Campeonato Mundial de Muecas (Tom Jamieson/The New York Times).

“Todo fue fantástico”, dijo sin aliento y sonriendo tras bajar del escenario. “Me encanta. Estoy contenta”.

La niña prodigio

Kendall Lister, de 11 años, hija de Lister, es una campeona por derecho propio. Ocupó el primer puesto en la prueba júnior de este año, sumándose a varios premios anteriores.

¿Lo peor? “Puede dar miedo”, dijo. “¿Y si meto la pata?”.

¿Y lo mejor? “Ganar”, dijo.

El participante de última hora

Al igual que muchos competidores, la participación de Robbie Carr comenzó con unas copas.

“Fue algo bastante espontáneo”, dijo.

Antes de subir al escenario, este electricista de 30 años de Egremont preguntó bromeando a su mujer: “Si quedo entre los tres primeros, ¿eso es un ‘puaj’?”.

¿Su respuesta? “Que participes es un ‘puaj’”.

Dijo que su gurruño facial estaba inspirado en su hermana pequeña, quien solía hacer una mueca cuando se burlaba de él.

El chico del regreso

Ryan Barton, campeón júnior a finales de la década de 1990, hizo que su tío se aficionara al gurning.

“Una noche que estaba borracho, le dije: ‘Vamos, hazlo’”, dijo Barton. “Y lo hizo, y ganó, y le encantó”.

Su tío, Peter Jackman, se convertiría en una leyenda del gurning, ganando el campeonato en varias ocasiones.

Ryan Barton, competidor del Campeonato Mundial de Muecas (Tom Jamieson/The New York Times)
Ryan Barton, competidor del Campeonato Mundial de Muecas (Tom Jamieson/The New York Times)

Barton, de 42 años, dejó el gurning después de entrar en el ejército británico y de que muriera su tío. Pero este año trajo a sus dos hijas –Sadie, de 7 años, y Aimee, de 9– al concurso. Ellas le empujaron a competir, igual que en su momento Barton había hecho con su tío.

Barton obtuvo el primer puesto entre los hombres, y subió a sus hijas al escenario con él para posar en las fotos.

“Dos niñas felices, de eso se trata”, dijo después de ganar. “A mi tío le encantaría escuchar eso”.

(*) Jonathan Wolfe es reportero del Times radicado en Londres. Cubre noticias de último minuto.

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