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Lizy Tagliani y su deseo de tener un hijo: “Quiero ser mamá, estoy averiguando”

La actriz y conductora reveló que hace un tiempo comenzó a sentir la necesidad de convertirse en madre y que espera pronto poder concretar el sueño

A lo largo de los años, Lizy Tagliani ha abierto su corazón ante el público al compartir su historia de vida, sus deseos más profundos y sus luchas. Sin embargo hay un tópico que, hasta el día de hoy, jamás había tocado: la maternidad. En una confesión que sorprendió a todos, la conductora reveló que tiene fuertes deseos de convertirse en mamá y que ya comenzó a investigar los diferentes caminos que tiene para poder lograr este nuevo sueño.

“Voy a dejar un sueño, más que un recuerdo”, dijo durante su visita a PH: Podemos Hablar, en el segmento en donde cada uno de los invitados cuelga una foto propia en un árbol y cuenta un recuerdo que lo conmueva. “Durante mucho tiempo crecí libre y creo que soy una persona muy libre por todo lo que me pasó la vida. La vida me ha dado un montón de cosas, pero hay cosas que no me permitía por ser travesti, por ser una minoría, porque no iba a encajar”, continuó.

“Había algo para lo que estaba muy negada, yo decía: ‘vos naciste para ser travesti, hacer reír, ser divertida… podés tener todos los sueños, pero no naciste para ser mamá. Tu misión es otra en esta vida, tu mundo es otro’, y me crie con eso”, explicó. “La verdad es que en este último tiempo descubrí que tengo la imperiosa necesidad de tener un ser que dependa de mí, tener alguien a quien poder trasmitirle y dejarle todo lo que la vida me ha dado. Quiero ser mamá”, confesó ante la sorpresa de todos los presentes en el estudio.

La conductora contó que desde que nació este deseo comenzó a investigar un poco los diferentes caminos hacia la maternidad. “De hecho estoy averiguando. Puede ser la adopción, que es muy difícil, puede ser de otra forma, que es muy caro, no se cómo pero es algo que nunca me había permitido y ahora tengo muchísimas ganas”, contó.

“Ojalá lo pueda hacer, porque la vida ha sido muy generosa conmigo. Creo que soy una persona que va a poder acompañar a ese ser humano, que aunque no vaya a parir yo, va a parirlo mi corazón, y eso es exactamente lo mismo”, reflexionó. “Alguien al que le diga, ‘en ese árbol de PH hay una foto de cuando yo te desee. No se, llamame mamá, llamame papá, llamame travtrav, llamame Luis, Lizy, Edgardo, llamame persona… pero todo lo que la vida me dio te lo quiero dejar a vos’”, agregó.

Entre lágrimas, y mientras compartía su sueño con el mundo, Lizy también recordó a su mamá y le agradeció por todo lo que hizo por ella. Y reflexionó que si llega a ser “la mitad de buena madre” que fue la suya, ya sería feliz.

“Con el tiempo descubrí que mi mama pasó mucha hambre para que yo no la pase. Ella estaba todo el día con el mate y nunca la vi comer. Dormíamos juntas en una casita y escuchaba ruidos [de su panza] y no sabía que era de hambre. No registrar eso es una angustia tremenda y llegó un momento donde yo tenía vergüenza de mi mamá porque era gorda y porque éramos pobres”, contó la conductora hace unos años en el mismo programa de Telefe. “Con mi mamá pasamos mucho solas en una pieza, con un techo de chapa de cartón y un candado que ponía para protegerme por el barrio en el que vivíamos donde a las 2 de la mañana te abrían la puerta y mi mamá me escondía en un ropero”, había relatado en aquel momento.

Con el tiempo, ambas lograron salir del barrio. “Todo cambió un día cuando, con mucho sacrificio, mi mamá logró que le otorgaran un crédito para comprar un televisor y algunas cosas más para la casa. Aquella noche, mientras ella cocinaba, entró a los golpes esa misma persona y nos robó todo. Aún la recuerdo a mi mamá llorando con el calentador en la mano, lo único que pudo retener. De todos modos, terminó de preparar la cena, me dio de comer y luego me dijo, señalando la puerta de calle: ‘viste esa puerta, ahora la vamos a cruzar y no vamos a volver acá nunca más’”, le contaba la actriz a LA NACION. “Y así fue. Nos fuimos a la casa donde ella trabajaba como mucama, la de José Rojas, el señor que luego me reconoció y me dio su apellido. Él era un señor muy grande, solo, y entre los dos convinieron hacer como una sociedad, del tipo ‘vos me cuidás y yo, cuando me muera, te dejo la casa para que luego vivas con tu hijo’. Entonces yo tenía ocho o nueve años”.

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